lunes, 5 de noviembre de 2007

Literatura y boxeo

"El boxeador se siente el más solo del mundo, pues cuando salís a pelear te sacan hasta el banquito" Oscar "Ringo" Bonavena.

Días pasados leyendo una nota del escritor Luis Gusmán en la revista cultural del diario La Nación (
http://adncultura.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=955813) se me ocurrió escribir este artículo. La idea no es presentar aquí algo terminado, sino ir agregándole datos en la medida que los consigo y desde luego también espero el aporte de los lectores.

El boxeo es a todo o nada. Desde luego que cuentan la técnica, el entrenamiento y las cualidades de cada pugilista, pero creo que lo más atractivo es que siempre puede aparecer la sorpresa. Lo que tiene de azaroso, aquel golpe de knock out que a veces suele dar el más débil y el poderoso que cae a la lona por toda la cuenta cuando nadie lo esperaba.
Eso hace que quien mire un combate deba estar concentrado y con los ojos tan abiertos como los que están arriba del ring.
Argentina tiene una larga tradición de boxeo que proviene desde el siglo XIX. Comenzó con combates en las aristocráticas mansiones y construyó su historia grande que va desde la polémica pelea del toro salvaje de las pampas, Luis Angel Firpo en su memorable velada contra Jack Dempsey, a Carlos Monzón, pasando por Pascualito Pérez, Nicolino Locche, Ringo Bonavena, Horacio Accavallo y en nuestros días Jorge “Locomotora” Castro, Omar Narvaez y la “Tigresa” Acuña.
A nivel mundial sin dudas los Estados Unidos son el destino principal para un boxeador y el Madison Square Garden es la catedral del deporte los puños, lleno de recuerdos como los de Mohamed Alí.

En nuestras letras, a Adolfo Bioy Casares no sólo que le gustaba el box sino que de vez en cuando llegaba a calzarse los guantes y hacer algunos rounds en un gimnasio. También a Julio Cortázar le gustaba el boxeo tanto como el jazz y en su libro Final de Juego dejó narrado con maestría y muestra de conocimiento del deporte, su cuento Torito. Se refiere a Justo Juárez llamado el torito de Mataderos, el relato alterna entre el final de su vida ganada por la tuberculosis y las escenas de una pelea. Pero lo más maravilloso y admirable es cómo un hombre culto logra reproducir la jerga boxística, el lunfardo sin impostaciones y sin sobreactuar. En Circe, Cortázar menciona al pasar lo acontecido en la pelea Firpo –Dempsey, este cuento pertenece al libro Bestiario.
Sé también que Dalmiro Sáenz es otro escritor admirador del boxeo, que incluso llegó a hacer algunas peleas como amateur.
En el orden internacional también son varios los escritores amantes de este deporte, como no podía ser de otra manera Ernest Hemingway era un fanático y también lo practicaba. A él le gustaba todo lo extremo, desde escalar montañas a los safaris de caza mayor. En París era una fiesta Hemingway cuenta cómo le enseñaba boxeo a su amigo el también escritor Ezra Pound.
Sin embargo muchos no sabrán que Arhur Conan Doyle ­–sí el de Sherlock Holmes – también gustaba de los cuadriláteros y tiene un cuento que recomiendo El último combate del herrero, en un libro titulado Ocho combates de boxeo.
Por su parte, Jack London tiene un relato muy bueno sobre boxeo titulado Por un bistec (A Piece of Steak), pertenece al libro El silencio blanco. La propia biografía del autor, que trabajó desde los trece años y conoció la pobreza, sin dudas le sirvió para la construcción de esta narración.
La pobreza, la dureza de los entrenamientos, el éxito efímero y la decadencia con el consecuente regreso a la miseria, sin dudas han atraído y lo siguen haciendo para que los escritores se ocupen del deporte de las narices chatas.
A Dalmiro Saenz le molesta cuando critican a este deporte y suele decir que si bien una ceja partida impresiona, no obstante suele haber mayor ensañamiento y bronca en el movimiento de una pieza de ajedrez.
Lo cierto es que las letras siguen valiéndose del boxeo y éste y sus protagonistas siempre nos brindan historias. Pero hay que decir que siempre se destacan las trayectorias malas como las del campeón mundial argentino Carlos Monzón que terminó en la cárcel luego de ser acusado de matar a su pareja Alicia Muñiz. Son pocos los que se ocupan de verdaderos caballeros como lo es Horacio Accavallo, ex campeón del mundo en la categoría mosca (AMB). El se crió juntando lo que podía en los basurales y llegó a tener una cadena de casas de artículos deportivos. Hoy tiene una vejez acomodada y tengo el honor de ser su vecino en el barrio de Parque de los Patricios en Buenos Aires.
Desde la sociología Loïc Wacquant realizó un trabajo etnográfico inscribiéndose en un gimnasio de boxeo del gueto negro de Chicago, allí durante tres años participó de los entrenamientos y también se puso los guantes.

Continuará...