jueves, 14 de agosto de 2008

ONCE AÑOS EN BUSCA DE UN LIBRO




Corriendo detrás de Habermas y El discurso filosófico de la modernidad

Me suelo jactar ante mis amigos y conocidos de que no hay libro que yo no pueda conseguir. La palabra agotado no existe en mi diccionario, suelo decir con reconocida arrogancia. Es que amo los libros y me gusta rastrear títulos, sobre todo cuando tienen que ver con temas que estoy estudiando o investigando.
Pero donde realmente bajé la guardia es con el libro de Jürgen Habermas, El discurso filosófico de la modernidad, es más, reconozco mi derrota. Y esto es así aunque ahora lo tenga a ese libro en mi escritorio mientras escribo esta nota (post). Ocurre que lo compré en una librería de la calle Corrientes en Buenos Aires, pero porque fue finalmente reeditado por el sello Katz de Buenos Aires - Madrid.
Por el mismo precio les cuento otra: hace unos meses empecé a investigar la corriente filosófica del hedonismo. Empecé por un librito de Michel Onfray, La potencia de existir, Manifiesto hedonista, fui buscando material siguiendo la bibliografía que él había empleado y también tuve dificultades para encontrar material sobre esta temática. Pero aquí ocurre otra cuestión, que diría que tiene que ver con la lucha del campo filosófico. Estos muchachos, Diógenes, el filósofo de la linterna, Epicuro y demás, son considerados los malos de la película y por eso la historia de la filosofía no solo los degradó, sino que los difamó y hasta hoy día se escribe poco sobre ellos.
Lo cierto es que cierto día voy con un amigo a fumar un habano a una tabaquería del microcentro porteño y me encuentro con el libro El epicureísmo, de Emilio Lledó. Como soy honesto, se lo quise comprar al dueño del local pero me dijo que esos libros y revistas estaban allí para lectura de todos los clientes, por eso no lo vendía. De allí mismo me fui a varias librerías y me dijeron que el libro estaba completamente agotado. Como ya saben ustedes, esa palabra no existe en mi diccionario, así que buscando y buscando, un mes después lo encontré en la librería Guadalquivir de Callao al 1000, en Buenos Aires. Así que en este caso me apunté otra victoria, pero la lucha continúa.
Otro día les cuento más anécdotas...

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