viernes, 9 de noviembre de 2012



Susy : un Shock de poesía
 Por: Edgardo Berón

En su ciclo habitual Café de la Sea, la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina recibió anoche a Susy Shock, quien leyó varios poemas de su autoría, que demostraron el crecimiento de su obra y la calidad literaria que ha alcanzado. Además, su manera de decir, su evidente histrionismo y porque no decirlo, sus condiciones actorales, daban un importante relieve y generó un clima propicio para que el público,  de a poco, se sintiera envuelto en un clima de seducción, casi de  hechizo.

Sería mezquino y hasta miope definir a la obra de Susy como poesía de género o trans; si bien es cierto que hay marcados motivos que abordan esa temática, sus poemas apuntan a un espectro más amplio: el de la discriminación a secas. En tal sentido, la negación de un humano hacia el otro por la condición que sea, por el solo hecho de la diferencia. El gay o la lesbiana pero también, aunque no lo diga expresamente, el gordo, el discapacitado. Un otro a negar y a borrar de la vista del discriminador.

Susy Shock también reflexiona y se permite filosofar sobre otros tópicos: la risa, el beso, además de cuestionar a las instituciones sin reparos ni tapujos. Provoca sin cesar, pero sin golpes bajos y cuando es más dura y descarnada, la emprende en contra de sí misma; como cuando se trata de monstruo para definir su elección de género y choca, golpea a quien la escucha, tal vez porque pone al espectador en situación del otro, del que fue o es discriminado, atacado, prohibido, negado.

También rinde homenaje en vida, como corresponde, a un poeta, tal vez el mejor de los vivos: Fernando Noy y le dedica un poema bello, tan lindo como Noy y su obra.
Tampoco Shock se olvida de los muertos y el genial Batato Barea y Pipitito Marrone y otros tantos personajes de la noche y del espectáculo desfilan en sus versos.

Noche atípica, 8 N y en el Once no sonaban las cacerolas, abajo el silencio de una estación de trenes parada y arriba, en el segundo piso, un puñado de escritores y público disfrutando con Susy.

Cuando la noche avanzaba y Susy cerraba su abanico que siempre la acompaña y la hace más mujer, alguien entonó a capela Madame Ivonne. Entonces, el dibujo de Alejandra Pizarnik que adorna una de las paredes de la biblioteca de la SEA parecía reírse  con descaro.

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